Recicla y crea tu propio abono ecológico para tus plantas

Tener plantas en casa o plantar un huerto y que fructifiquen, no es solo cuestión de regar. Como seres vivos que son, necesitan una serie de cuidados que mejoren su crecimiento, su color o sus nutrientes y su sabor si son comestibles.

Uno de los métodos más conocidos y más sencillos es la utilización de abonos orgánicos. Varios de ellos los tenemos en nuestra casa, tan a mano como los residuos que generamos diariamente. Por ejemplo, unos buenos fertilizantes son:

  • El compost, que se obtiene por la descomposición de los restos orgánicos.
  • Los posos de café, que ayudan a controlar el nivel de pH de la tierra por su contenido en nitrógeno, potasio y fósforo.
  • Las melazas de té, que aumentan los microorganismos.
  • Las cáscaras de huevo o de plátano, por sus altos niveles de calcio y potasio, respectivamente, además de otros minerales.
  • Las cenizas de materia orgánica, como la madera, son ideales para combatir las plagas.
  • El alimento de mascotas. La comida de perros y gatos contiene proteínas y micronutrientes que mejoran la tierra.

Gran variedad de abonos naturales

De esta manera, podemos obtener fertilizantes ecológicos, muy eficientes, económicos y muchos de ellos disponibles casi al momento para su uso. Sin embargo, si este reciclaje no te convence, en las tiendas especializadas puedes encontrar otras opciones igual de naturales:

  • El estiércol, es decir, los excrementos de los animales, muy rico en nitrógeno.
  • El guano, que es el excremento de las aves y animales marinos.
  • La harina de huesos de pequeños animales (como los pollos).
  • Las algas marinas, altas en minerales, oligoelementos, vitaminas y enzimas.
  • El abono verde, llamado así porque consiste en enterrar plantas con el objetivo de que, al descomponerse, sean fuente de fertilización.
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Planta tu propio huerto y conoce su valor terapéutico

La hortoterapia, es decir, la disciplina de cultivar un huerto, es una nueva filosofía que pone en alza el valor terapéutico de la plantas como remedio para mejorar las capacidades físicas, psíquicas, cognitivas y sociales de las personas. Por ello, cada vez proliferan más en residencias de ancianos, hospitales o centros de integración social.

Visto así, es una razón de peso para pensar en plantar un huerto propio. Si es tu caso, o bien si ya eres uno de los urbanitas que se han animado a cultivar un huerto en el balcón o en la azotea de tu vivienda, hemos recopilado los beneficios que conlleva esta práctica y unos consejos para que resulte satisfactoria y gustosa.

Algunos puntos a favor son:

  • El ahorro en el presupuesto de la compra en verduras y hortalizas. Para ello, solo hay que calcular bien las necesidades reales de consumo y plantar lo que se necesite.
  • Un mayor control del proceso de cultivo y, por tanto, de solucionar el problema al momento. Por ejemplo, arrancando las malas hierbas cuando nacen o usando abonos ecológicos cuando sea pertinente.
  • El aumento del consumo de vegetales y, por tanto, de la fibra que contienen, lo que solo trae mejoras para nuestro organismo.
  • Es una manera de reciclar nuestros desperdicios. Es decir, de convertirlos en abonos naturales. Podemos crear compostaje casero doble eco (ecológico y económico), ya que todo huerto necesita su ración de vitaminas y energía.
  • Nos obliga a realizar ejercicio, aunque sea moderado, y a ser más metódicos, ya que las fases de cuidado de las plantas nos ayudarán a establecer rutinas en otros ámbitos.

Además, fomenta el uso de semillas ecológicas y es una manera de reducir la “huella ecológica” ya que evitamos toda la contaminación que se emite durante la recolección de la verdura, su envasado, su transporte a la tienda y la compra hasta casa. En resumen, familiarizarnos con la horticultura ayuda a mejorar nuestras capacidades físicas y mentales, y conlleva una conciencia ambiental, que se traduce en un mayor respeto y cuidado del medioambiente.

¿Cómo planto mi primer huerto?

En primer lugar, hay que elegir el lugar adecuado. Este tiene que tener una incidencia de luz solar mínima de 6 horas. Después, elige unas macetas con agujero, para que salga el agua, y que sean altas, para que las raíces puedan crecer. El tipo de sustrato es muy importante. Hay de diversos tipos, con especificaciones diferentes, y siempre escoge uno que sea esponjoso para que deje pasar el oxígeno y mantenga la humedad. Ahora, puedes elegir plantar la semilla o el brote, la opción más fácil y con la que se verán los resultados más rápido. Y por último, riégalas acorde a sus necesidades.

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